Salmos 108
Canto de alabanza y súplica confiada
108:2 Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía!
108:3 ¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!
108:4 Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
108:5 porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.
108:6 ¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!
108:7 ¡Sálvanos con tu poder, respóndenos,
para que se pongan a salvo tus predilectos!
Oráculo divino
108:8 El Señor habló desde su Santuario:
"Yo repartiré triunfalmente a Siquém
y distribuiré el valle de Sucot.
108:9 Mío es Galaad, Manasés me pertenece,
Efraím es mi yelmo, mi cetro es Judá.
108:10 Moab es la vasija donde yo me lavo;
plantaré mis sandalias en Edóm
y cantaré victoria sobre Filistea".
Reiteración de la súplica
108:11 ¿Quién me llevará hasta la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edóm,
108:12 si tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército?
108:13 Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.
108:14 Con Dios alcanzaremos la victoria,
y él aplastará a nuestros enemigos.
Salmos 109
Dios es el defensor del necesitado
109:1 Del maestro de coro. De David. Salmo.
Lamentación del justo en la persecución
Dios de mi alabanza, no te quedes callado,
109:2 porque unos hombres malvados y mentirosos
han abierto su boca contra mí.
Me han hablado con mentira en los labios,
109:3 me han envuelto con palabras de odio,
me combaten sin motivo.
109:4 Me acusan, a cambio de mi amor,
aunque yo oraba por ellos.
109:5 Me devuelven mal por bien
y odio por amor, diciendo:
Las imprecaciones de sus enemigos
109:6 "Que se ponga contra él a un impío,
y tenga un acusador a su derecha;
109:7 que salga condenado del juicio
y su apelación quede frustrada.
109:8 Que sean pocos sus días
y que otro ocupe su cargo;
109:9 que sus hijos queden huérfanos,
y su mujer, viuda.
109:10 Que sus hijos vayan errantes, pidiendo limosna,
y sean echados de sus casas derruidas;
109:11 que el acreedor se apodere de sus bienes,
y gente extraña le arrebate sus ganancias.
109:12 Que ni uno solo le tenga piedad,
y nadie se compadezca de sus huérfanos;
109:13 que su posteridad sea exterminada,
y en una generación desaparezca su nombre.
109:14 Que el Señor recuerde la culpa de sus padres,
y no borre el pecado de su madre:
109:15 que estén siempre delante del Señor,
y él extirpe su recuerdo de la tierra.
109:16 Porque nunca pensó en practicar la misericordia,
sino que persiguió hasta la muerte
al pobre, al desvalido y al hombre atribulado.
109:17 Amó la maldición: que recaiga sobre él;
no quiso la bendición: que se retire de él.
109:18 Se revistió de la maldición como de un manto:
¡que ella penetre como agua en su interior
y como aceite en sus huesos;
109:19 que sea como un vestido que lo cubra
y como un cinturón que lo ciña para siempre!"
Réplica y súplica del justo perseguido
109:20 Que así retribuya el Señor a mis acusadores,
a aquellos que me calumnian.
109:21 Pero tú, Señor, trátame bien,
por el honor de tu Nombre;
líbrame, por la bondad de tu misericordia.
109:22 Porque yo soy pobre y miserable,
y mi corazón está traspasado;
109:23 me desvanezco como sombra que declina,
soy sacudido como la langosta.
109:24 De tanto ayunar se me doblan las rodillas,
y mi cuerpo está débil y enflaquecido;
109:25 soy para ellos un ser despreciable:
al verme, mueven la cabeza.
109:26 Ayúdame, Señor, Dios mío,
sálvame por tu misericordia,
109:27 para que sepan que aquí está tu mano,
y que tú, Señor, has hecho esto;
109:28 no importa que ellos maldigan,
con tal que tú me bendigas.
Queden confundidos mis adversarios,
mientras tu servidor se llena de alegría:
109:29 que mis acusadores se cubran de oprobio,
y la vergüenza los envuelva como un manto.
109:30 Yo daré gracias al Señor en alta voz,
lo alabaré en medio de la multitud,
109:31 porque él se puso de parte del pobre,
para salvarlo de sus acusadores.
Salmos 110
Siéntate a mi derecha
110:1 De David. Salmo.
La realeza del Mesías
Dijo el Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies".
110:2 El Señor extenderá el poder de tu cetro:
"¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!"
110:3 "Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora".
El sacerdocio del Mesías
110:4 El Señor lo ha jurado y no se retractará:
"Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec".
Las victorias del Mesías
110:5 A tu derecha, Señor, él derrotará a los reyes,
en el día de su enojo;
110:6 juzgará a las naciones, amontonará cadáveres
y aplastará cabezas por toda la tierra.
110:7 En el camino beberá del torrente,
por eso erguirá su cabeza.
Salmos 111
111:1 ¡Aleluya!
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
111:2 Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas.
111:3 Su obra es esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
111:4 Él hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo.
111:5 Proveyó de alimento a sus fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.
111:6 Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones.
111:7 Las obras de sus manos son verdad y justicia;
todos sus preceptos son indefectibles:
111:8 están afianzados para siempre
y establecidos con lealtad y rectitud.
111:9 Él envió la redención a su pueblo,
promulgó su alianza para siempre:
su Nombre es santo y temible.
111:10 El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría:
son prudentes los que lo practican.
¡El Señor es digno de alabanza eternamente!
SALMO 112
112:1 ¡Aleluya!
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
112:2 Su descendencia será fuerte en la tierra:
la posteridad de los justos es bendecida.
112:3 En su casa habrá abundancia y riqueza,
su generosidad permanecerá para siempre.
112:4 Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
112:5 Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
112:6 El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
112:7 No tendrá que temer malas noticias:
su corazón está firme, confiado en el Señor.
112:8 Su ánimo está seguro, y no temerá,
hasta que vea la derrota de sus enemigos.
112:9 Él da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad.
112:10 El malvado, al verlo, se enfurece,
rechinan sus dientes y se consume;
pero la ambición de los malvados se frustrará.
SALMO 113
113:1 ¡Aleluya!
Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
113:2 Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.
113:3 Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
113:4 El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.
113:5 ¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
113:6 y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?
113:7 Él levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria,
113:8 para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo;
113:9 él honra a la mujer estéril en su hogar,
haciendo de ella una madre feliz.
SALMO 114
Cuando Israel salió de Egipto
¡Aleluya!
114:1 Cuando Israel salió de Egipto,
la familia de Jacob, de un pueblo extranjero,
114:2 Judá se convirtió en su Santuario,
la tierra de Israel fue su dominio.
114:3 El Mar, al verlos, huyó,
el Jordán se volvió atrás;
114:4 los montes saltaron como carneros
y las colinas, como corderos.
114:5 ¿Qué tienes, Mar? ¿Por qué huyes?
Y tú, Jordán, ¿por qué te vuelves atrás?
114:6 Montes, ¿por qué saltan como carneros,
y ustedes, colinas, como corderos?
114:7 Tiembla, tierra, delante del Señor,
ante el rostro del Dios de Jacob,
114:8 el que convierte las rocas en estanques,
y los peñascos en manantiales.
SALMO 115
El Dios verdadero y los falsos dioses
115:1 No nos glorifiques a nosotros, Señor:
glorifica solamente a tu Nombre,
por tu amor y tu fidelidad.
115:2 ¿Por qué han de decir las naciones:
"Dónde está su Dios"?
115:3 Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra,
él hace todo lo que quiere.
115:4 Los ídolos, en cambio, son plata y oro,
obra de las manos de los hombres.
115:5 Tienen boca, pero no hablan,
tienen ojos, pero no ven;
115:6 tienen orejas, pero no oyen,
tienen nariz, pero no huelen.
115:7 Tienen manos, pero no palpan,
tienen pies, pero no caminan;
ni un solo sonido sale de su garganta.
115:8 Como ellos serán los que los fabrican,
los que ponen en ellos su confianza.
Exhortación a la confianza en el Señor
115:9 Pueblo de Israel, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo;
115:10 familia de Aarón, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo;
115:11 confíen en el Señor todos los que lo temen:
él es su ayuda y su escudo.
Impetración de las bendiciones divinas
115:12 Que el Señor se acuerde de nosotros
y nos bendiga:
bendiga al pueblo de Israel,
bendiga a la familia de Aarón,
115:13 bendiga a los que temen al Señor,
a los pequeños y a los grandes.
115:14 Que el Señor los multiplique,
a ustedes y a sus hijos;
115:15 y sean bendecidos por el Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
115:16 El cielo pertenece al Señor,
y la tierra la entregó a los hombres.
115:17 Los muertos ya no alaban al Señor,
ni tampoco los que bajaron al sepulcro.
115:18 Nosotros, los vivientes, bendecimos al Señor,
desde ahora y para siempre.
¡Aleluya!
SALMO 116
Evocación de los beneficios recibidos
116:1 Amo al Señor, porque él escucha
el clamor de mi súplica,
116:2 porque inclina su oído hacia mí,
cuando yo lo invoco.
116:3 Los lazos de la muerte me envolvieron,
me alcanzaron las redes del Abismo,
caí en la angustia y la tristeza;
116:4 entonces invoqué al Señor:
"¡Por favor, sálvame la vida!"
116:5 El Señor es justo y bondadoso,
nuestro Dios es compasivo;
116:6 el Señor protege a los sencillos:
yo estaba en la miseria y me salvó.
116:7 Alma mía, recobra la calma,
porque el Señor ha sido bueno contigo.
116:8 Él libró mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
116:9 Yo caminaré en la presencia del Señor,
en la tierra de los vivientes.
Gozosa expresión de gratitud
116:10 Tenía confianza, incluso cuando dije:
"¡Qué grande es mi desgracia!"
116:11 Yo, que en mi turbación llegué a decir:
"¡Los hombres son todos mentirosos!"
116:12 ¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
116:13 Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor.
116:14 Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo.
116:15 ¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
116:16 Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.
116:17 Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
116:18 Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
116:19 en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
¡Aleluya!
SALMO 117
Alaben al Señor todas las naciones
117:1 ¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorificable, todos los pueblos!
117:2 Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.
¡Aleluya!
SALMO 118
¡Aleluya!
Invitación a la acción de gracias
118:1¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
118:2 Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!
118:3 Que lo diga la familia de Aarón:
¡es eterno su amor!
118:4 Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor!
Reconocimiento de la ayuda recibida
118:5 En el peligro invoqué al Señor,
y él me escuchó dándome un alivio.
118:6 El Señor está conmigo: no temeré;
¿qué podrán hacerme los hombres?
118:7 El Señor está conmigo y me ayuda:
yo veré derrotados a mis adversarios.
118:8 Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
118:9 es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.
118:10 Todos los paganos me rodearon,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
118:11 me rodearon por todas partes,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
118:12 me rodearon como avispas,
ardían como fuego en las espinas,
pero yo los derroté en el nombre del Señor.
118:13 Me empujaron con violencia para derribarme,
pero el Señor vino en mi ayuda.
118:14 El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
118:15 Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos:
"La mano del Señor hace proezas,
118:16 la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas".
118:17 No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.
118:18 El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte.
Entrada solemne en el Santuario
118:19 "Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor".
118:20 "Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella".
118:21 Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
118:22 La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
118:23 Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
118:24 Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
118:25 Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
118:26 ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
118:27 el Señor es Dios, y él nos ilumina.
"Ordenen una procesión con ramas frondosas
hasta los ángulos del altar".
118:28 Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias;
Dios mío, yo te glorifico.
118:29 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
SALMO 119
La felicidad de los que cumplen la Ley del Señor
119:1 Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
119:2 Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
119:3 los que van por sus caminos,
sin hacer ningún mal.
119:4 Tú promulgaste tus mandamientos
para que se cumplieran íntegramente.
119:5 ¡Ojalá yo me mantenga firme
en la observancia de tus preceptos!
119:6 Así no sentiré vergüenza,
al considerar tus mandamientos.
119:7 Te alabaré con un corazón recto,
cuando aprenda tus justas decisiones.
119:8 Quiero cumplir fielmente tus preceptos:
no me abandones del todo.
La Ley de Señor, fuente de rectitud y alegría
119:9 ¿Cómo un joven llevará una vida honesta?
Cumpliendo tus palabras.
119:10 Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.
119:11 Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.
119:12 Tú eres bendito, Señor:
enséñame tus preceptos.
119:13 Yo proclamo con mis labios
todos los juicios de tu boca.
119:14 Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.
119:15 Meditaré tus leyes
y tendré en cuenta tus caminos.
119:16 Mi alegría está en tus preceptos:
no me olvidaré de tu palabra.
Súplica para saber estimar la Ley del Señor
119:17 Sé bueno con tu servidor,
para que yo viva y pueda cumplir tu palabra.
119:18 Abre mis ojos,
para que contemple las maravillas de tu ley.
119:19 Soy un peregrino en la tierra,
no me ocultes tus mandamientos.
119:20 Mi alma se consume,
deseando siempre tus decisiones.
119:21 Tú amenazas a esos malditos arrogantes,
que se desvían de tus mandamientos.
119:22 Aparta de mí la vergüenza y el desprecio,
porque yo cumplo tus prescripciones.
119:23 Aunque los poderosos se confabulen contra mí,
yo meditaré tus preceptos.
119:24 Porque tus prescripciones son todo mi deleite,
y tus preceptos, mis consejeros.
Determinación de obedecer a la Ley del Señor
119:25 Mi alma está postrada en el polvo:
devuélveme la vida conforme a tu palabra.
119:26 Te expuse mi conducta y tú me escuchaste:
enséñame tus preceptos.
119:27 Instrúyeme en el camino de tus leyes,
y yo meditaré tus maravillas.
119:28 Mi alma llora de tristeza:
consuélame con tu palabra.
119:29 Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.
119:30 Elegí el camino de la verdad,
puse tus decretos delante de mí.
119:31 Abracé tus prescripciones:
no me defraudes, Señor.
119:32 Correré por el camino de tus mandamientos,
porque tú me infundes ánimo.
Deseo de cumplir exactamente la Ley del Señor
119:33 Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos,
y yo los cumpliré a la perfección.
119:34 Instrúyeme, para que observe tu ley
y la cumpla de todo corazón.
119:35 Condúceme por la senda de tus mandamientos,
porque en ella tengo puesta mi alegría.
119:36 Inclina mi corazón hacia tus prescripciones
y no hacia la codicia.
119:37 Aparta mi vista de las cosas vanas;
vivifícame con tu palabra.
119:38 Cumple conmigo tu promesa,
la que hiciste a tus fieles.
119:39 Aparta de mí el oprobio que temo,
porque tus juicios son benignos.
119:40 Yo deseo tus mandamientos:
vivifícame por tu justicia.
Propósito de dar testimonio de la Ley del Señor
119:41 Que llegue hasta mí tu misericordia, Señor,
y tu salvación conforme a tu promesa.
119:42 Así responderé a los que me insultan,
porque confío en tu palabra.
119:43 No quites de mi boca la palabra verdadera,
porque puse mi esperanza en tus juicios.
119:44 Yo cumpliré fielmente tu ley:
lo haré siempre, eternamente.
119:45 Y caminaré por un camino espacioso,
porque busco tus preceptos.
119:46 Hablaré de tus prescripciones delante de los reyes,
y no quedaré confundido.
119:47 Me deleitaré en tus mandamientos,
que yo amo tanto.
119:48 Elevaré mis manos hacia tus mandamientos
y meditaré en tus preceptos.
La Ley del Señor, fuente de consuelo
119:49 Acuérdate de la palabra que me diste,
con la que alentaste mi esperanza.
119:50 Lo que me consuela en la aflicción
es que tu palabra me da la vida.
119:51 Los orgullosos se burlan de mí como quieren,
pero yo no me desvío de tu ley.
119:52 Me acuerdo, Señor, de tus antiguos juicios,
y eso me sirve de consuelo.
119:53 Me lleno de indignación ante los pecadores,
ante los que abandonan tu ley.
119:54 Tus preceptos son para mí como canciones,
mientras vivo en el destierro.
119:55 Por la noche, Señor, me acuerdo de tu Nombre,
y quiero cumplir tu ley.
119:56 Esto me ha sucedido
porque he observado tus mandamientos.
Firme adhesión a la Ley del Señor
119:57 El Señor es mi herencia:
yo he decidido cumplir tus palabras.
119:58 Procuro de todo corazón que me mires con bondad;
ten piedad de mí, conforme a tu promesa.
119:59 Examino atentamente mis caminos,
y dirijo mis pasos hacia tus prescripciones.
119:60 Me apresuro, sin titubear,
a cumplir tus mandamientos.
119:61 Los lazos de los malvados me rodean,
pero yo no me olvido de tu ley.
119:62 Me levanto a medianoche
para alabarte por tus justas decisiones.
119:63 Soy amigo de todos tus fieles,
de los que cumplen tus leyes.
119:64 La tierra, Señor, está llena de tu amor;
enséñame tus preceptos.
La Ley del Señor, fuente de sabiduría en la aflicción
119:65 Tú fuiste bueno con tu servidor,
de acuerdo con tu palabra, Señor.
119:66 Enséñame la discreción y la sabiduría,
porque confío en tus mandamientos.
119:67 Antes de ser afligido, estaba descarriado;
pero ahora cumplo tu palabra.
119:68 Tú eres bueno y haces el bien:
enséñame tus mandamientos.
119:69 Los orgullosos traman engaños contra mí:
pero yo observo tus preceptos.
119:70 Ellos tienen el corazón endurecido,
yo, en cambio, me regocijo en tu ley.
119:71 Me hizo bien sufrir la humillación,
porque así aprendí tus preceptos.
119:72 Para mí vale más la ley de tus labios
que todo el oro y la plata.
La Ley del Señor, motivo de esperanza
119:73 Tus manos me hicieron y me formaron;
instrúyeme, para que aprenda tus mandamientos.
119:74 Tus fieles verán con alegría
que puse mi esperanza en tu palabra.
119:75 Yo sé que tus juicios son justos, Señor,
y que me has humillado con razón.
119:76 Que tu misericordia me consuele,
de acuerdo con la promesa que me hiciste.
119:77 Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré,
porque tu ley es toda mi alegría.
119:78 Que se avergüencen los orgullosos,
porque me afligen sin motivo;
yo, en cambio, meditaré tus preceptos.
119:79 Que se vuelvan hacia mí tus fieles;
los que tienen en cuenta tus prescripciones.
119:80 Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos,
para que yo no quede confundido.
Fidelidad a la Ley del Señor en la persecución
119:81 Mi alma se consume por tu salvación;
yo espero en tu palabra.
119:82 Mis ojos se consumen por tu palabra,
¿cuándo me consolarás?
119:83 Aunque estoy como un odre resecado por el humo,
no me olvido de tus preceptos.
119:84 ¿Cuántos serán los días de mi vida?
¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?
119:85 Los orgullosos me cavan fosas,
oponiéndose a tu ley.
119:86 Todos tus mandamientos son verdaderos;
ayúdame, porque me persiguen sin motivo.
119:87 Por poco me hacen desaparecer de la tierra;
pero yo no abandono tus preceptos.
119:88 Vivifícame por tu misericordia,
y cumpliré tus prescripciones.
La estabilidad de la Ley del Señor
119:89 Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.
119:90 Tu verdad permanece por todas las generaciones;
tú afirmaste la tierra y ella subsiste.
119:91 Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos,
porque todas las cosas te están sometidas.
119:92 Si tu ley no fuera mi alegría,
ya hubiera sucumbido en mi aflicción.
119:93 Nunca me olvidaré de tus preceptos:
por medio de ellos, me has dado la vida.
119:94 Sálvame, porque yo te pertenezco
y busco tus preceptos.
119:95 Los malvados están al acecho para perderme,
pero yo estoy atento a tus prescripciones.
119:96 He comprobado que toda perfección es limitada:
¡qué amplios, en cambio, son tus mandamientos!
El amor por la Ley del Señor
119:97 ¡Cuánto amo tu ley,
todo el día la medito!
119:98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,
porque siempre me acompañan.
119:99 Soy más prudente que todos mis maestros,
porque siempre medito tus prescripciones.
119:100 Soy más inteligente que los ancianos,
porque observo tus preceptos.
119:101 Yo aparto mis pies del mal camino,
para cumplir tu palabra.
119:102 No me separo de tus juicios,
porque eres tú el que me enseñas.
119:103 ¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,
es más dulce que la miel!
119:104 Tus preceptos me hacen comprender:
por eso aborrezco el camino de la mentira.
La Ley del Señor, luz y guía de la vida
119:105 Tu palabra es una lámpara para mis pasos,
y una luz en mi camino.
119:106 Hice el juramento —y lo sostengo—
de cumplir tus justas decisiones.
119:107 Estoy muy afligido, Señor:
vivifícame, conforme a tu palabra.
119:108 Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,
y enséñame tus decisiones.
119:109 Mi vida está en constante peligro,
pero yo no me olvido de tu ley.
119:110 Los pecadores me tienden una trampa,
pero yo no me aparto de tus preceptos.
119:111 Tus prescripciones son mi herencia para siempre,
porque alegran mi corazón.
119:112 Estoy decidido a cumplir tus preceptos,
siempre y a la perfección
Repudio de los que no cumplen la Ley del Señor
119:113 Detesto la doblez del corazón
y amo tu ley,
119:114 Tú eres mi amparo y mi escudo:
yo espero en tu palabra.
119:115 Que los malvados se aparten de mí:
yo cumpliré los mandamientos de mi Dios.
119:116 Sé mi sostén conforme a tu promesa, y viviré:
que mi esperanza no quede defraudada.
119:117 Dame tu apoyo y seré salvado,
y fijaré la mirada en tus preceptos.
119:118 Tú abandonas a los que se desvían de tus preceptos,
porque todo lo que piensan es mentira.
119:119 Tú eliminas como escoria a los impíos,
por eso amo tus prescripciones.
119:120 Mi carne se estremece de temor por ti,
y respeto tus decisiones.
Nueva profesión de fidelidad a la Ley del Señor
119:121 He obrado conforme al derecho y a la justicia:
no me entregues a mis opresores.
119:122 Otorga una garantía a mi favor,
para que no me opriman los orgullosos.
119:123 Mis ojos se consumen por tu salvación
y por tu promesa de justicia.
119:124 Trátame conforme a tu bondad,
y enséñame tus preceptos.
119:125 Yo soy tu servidor: instrúyeme,
y así conoceré tus prescripciones.
119:126 Ha llegado, Señor, el tiempo de obrar;
han quebrantado tu ley.
119:127 Por eso amo tus mandamientos
y los prefiero al oro más fino.
119:128 Por eso me guío por tus preceptos
y aborrezco todo camino engañoso.
Ardiente deseo de observar la Ley del Señor
119:129 Tus prescripciones son admirables:
por eso las observo.
119:130 La explicación de tu palabra ilumina
y da inteligencia al ignorante.
119:131 Abro mi boca y aspiro hondamente,
porque anhelo tus mandamientos.
119:132 Vuelve tu rostro y ten piedad de mí;
es justo que lo hagas con los que aman tu Nombre.
119:133 Afirma mis pasos conforme a tu palabra,
para que no me domine la maldad.
119:134 Líbrame de la opresión de los hombres,
y cumpliré tus mandamientos.
119:135 Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
y enséñame tus preceptos.
119:136 Ríos de lágrimas brotaron de mis ojos,
porque no se cumple tu ley.
La justicia de la Ley del Señor
119:137 Tú eres justo, Señor,
y tus juicios son rectos.
119:138 Tú impones tus prescripciones con justicia
y con absoluta lealtad.
119:139 El celo me consume,
porque mis adversarios olvidan tu palabra.
119:140 Tu palabra está bien acrisolada,
y por eso la amo.
119:141 Soy pequeño y despreciable,
pero no olvido tus preceptos.
119:142 Tu justicia es eterna
y tu ley es la verdad.
119:143 Cuando me asalta la angustia y la opresión,
tus mandamientos son toda mi alegría.
119:144 La justicia de tus prescripciones es eterna;
instrúyeme y viviré.
Constancia en la meditación de la Ley del Señor
119:145 Yo clamo de todo corazón: escúchame, Señor,
y observaré tus preceptos.
119:146 Clamo a ti: sálvame,
y cumpliré tus prescripciones.
119:147 Me anticipo a la aurora para implorar tu ayuda;
yo espero en tu palabra.
119:148 Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche,
para meditar tus enseñanzas.
119:149 Por tu amor, oye mi voz, Señor;
vivifícame por tu justicia.
119:150 Se acercan a mí los que me persiguen con perfidia,
los que están alejados de tu ley.
119:151 Pero tú estás cerca, Señor,
y todos tus mandamientos son verdaderos.
119:152 Yo sé desde hace mucho tiempo
que tú afirmaste para siempre tus prescripciones.
La fidelidad a la Ley del Señor, fuente de salvación
119:153 Mira mi aflicción y líbrame,
porque no me olvido de tu ley.
119:154 Defiende mi causa y sálvame;
vivifícame, conforme a tu promesa.
119:155 La salvación está lejos de los impíos,
porque no buscan tus preceptos.
119:156 Tu compasión es muy grande, Señor;
vivifícame por tu justicia.
119:157 Son muchos los que me persiguen y me oprimen,
pero yo no me desvié de tus prescripciones.
119:158 Veo a los pecadores y siento indignación,
porque no cumplen tu palabra.
119:159 Mira, Señor, que yo amo tus preceptos:
vivifícame por tu amor.
119:160 Lo primordial de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios permanecen para siempre.
La Ley del Señor, fuente de paz y seguridad
119:161 Los poderosos me persiguen sin motivo,
pero yo temo únicamente tu palabra.
119:162 Yo me alegro en tu promesa,
como quien logra un gran botín.
119:163 Odio y aborrezco la mentira;
en cambio, amo tu ley.
119:164 Te bendigo muchas veces al día,
porque tus juicios son justos.
119:165 Los que aman tu ley gozan de una gran paz,
nada los hace tropezar.
119:166 Yo espero tu salvación, Señor,
y cumplo tus mandamientos.
119:167 Mi alma observa tus prescripciones,
y las ama intensamente.
119:168 Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones,
porque tú conoces todos mis caminos.
Anhelo final de cumplir la Ley del Señor
119:169 Que mi clamor se acerque a ti, Señor:
instrúyeme conforme a tu palabra.
119:170 Que mi plegaria llegue a tu presencia:
líbrame, conforme a tu promesa.
119:171 Que mis labios expresen tu alabanza,
porque me has enseñado tus preceptos.
119:172 Que mi lengua se haga eco de tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos.
119:173 Que tu mano venga en mi ayuda,
porque yo elegí tus preceptos.
119:174 Yo ansío tu salvación, Señor,
y tu ley es toda mi alegría.
119:175 Que yo viva y pueda alabarte,
y que tu justicia venga en mi ayuda.
119:176 Ando errante como una oveja perdida:
ven a buscar a tu servidor.
Yo nunca olvido tus mandamientos.
SALMO 120
120:1 Canto de peregrinación
En mi aflicción invoqué al Señor ,
y él me respondió.
120:2 ¡Líbrame, Señor, de los labios mentirosos
y de la lengua traicionera.
120:3 ¿Con qué te castigará el Señor,
lengua traicionera?
120:4 Con flechas afiladas de guerrero
y con brasas de retama.
120:5 ¡Ay de mí, que estoy desterrado en Mésec,
y vivo en los campamentos de Quedar!
120:6 Mucho tiempo he convivido
con los que odian la paz.
120:7 Cuando yo hablo de paz,
ellos declaran la guerra.
SALMO 121
Mi auxilio viene del Señor
121:1 Canto de peregrinación.
Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
121:2 La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
121:3 Él no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
121:4 No, no duerme ni dormita
él guardián de Israel.
121:5 El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
121:6 de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche.
121:7 El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
121:8 Él te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.
SALMO 122
Vamos a la casa del Señor
122:1 Canto de peregrinación. De David.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la Casa del Señor"!
122:2 Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén.
122:3 Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
122:4 Allí suben las tribus,
las tribus del Señor
—según es norma en Israel—
para celebrar el nombre del Señor.
122:5 Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David.
122:6 Auguren la paz a Jerusalén:
"¡Vivan seguros los que te aman!
122:7 ¡Haya paz en tus muros
y seguridad en tus palacios!".
122:8 Por amor a mis hermanos y amigos,
diré: "La paz esté contigo".
122:9 Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios,
buscaré tu felicidad.
SALMO 123
123:1 Canto de peregrinación.
Levanto mis ojos hacia ti,
que habitas en el cielo.
123:2 Como los ojos de los servidores
están fijos en las manos de su señor,
y los ojos de la servidora
en las manos de su dueña:
así miran nuestros ojos al Señor, nuestro Dios,
hasta que se apiade de nosotros.
123:3 ¡Ten piedad, Señor,
ten piedad de nosotros,
porque estamos hartos de desprecios!
123:4 Nuestra alma está saturada
de la burla de los arrogantes,
del desprecio de los orgullosos.
SALMO 124
124:1 Canto de peregrinación. De David.
Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—
124:2 si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando los hombres se alzaron contra nosotros,
124:3 nos habrían devorado vivos.
Cuando ardió su furor contra nosotros,
124:4 las aguas nos habrían inundado,
un torrente nos habría sumergido,
124:5 nos habrían sumergido las aguas turbulentas.
124:6 ¡Bendito sea el Señor, que no nos entregó
como presa de sus dientes!
124:7 Nuestra vida se salvó como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y nosotros escapamos.
124:8 Nuestra ayuda está en el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
SALMO 125
125:1 Canto de peregrinación.
Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
que permanece inconmovible para siempre.
125:2 Jerusalén está rodeada de montañas:
así rodea el Señor a su pueblo,
desde ahora y para siempre.
125:3 No permanecerá el cetro de los malvados
sobre la herencia de los justos;
no sea que también los justos
inclinen sus manos a la maldad.
125:4 Colma de bienes, Señor, a los buenos
y a los rectos de corazón.
125:5 ¡Que el Señor haga ir con los malvados
a los que se desvían por caminos tortuosos!
¡Paz a Israel!
SALMO 126
El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros
126:1 Canto de peregrinación.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
126:2 nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones.
Hasta los mismos paganos decían:
"¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!"
126:3 ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría!
126:4 ¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
126:5 Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
126:6 El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas.
SALMO 127
127:1 Canto de peregrinación. De Salomón.
Si el Señor no edifica la casa,
en vano trabajan los albañiles;
si el Señor no custodia la ciudad,
en vano vigila el centinela.
127:2 Es inútil que ustedes madruguen;
es inútil que velen hasta muy tarde
y se desvivan por ganar el pan:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
127:3 Los hijos son un regalo del Señor,
el fruto del vientre es una recompensa;
127:4 como flechas en la mano de un guerrero
son los hijos de la juventud.
127:5 ¡Feliz el hombre
que llena con ellos su aljaba!
No será humillado al discutir con sus enemigos
en la puerta de la ciudad.
SALMO 128
128:1 Canto de peregrinación.
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
128:2 Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.
128:3 Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.
128:4 ¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
128:5 ¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén
128:6 y veas a los hijos de tus hijos!
¡Paz a Israel!
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